INTRODUCCIÓN
El período fundacional se caracteriza por una tensión muy particular entre dos paradigmas: el de la vocación y el apostolado. El del oficio aprendido, Lo que distingue al momento del origen es precisamente la lucha entre estos dos polos que remiten a intereses prácticos y a lógicas discursivas específicas. El compromiso que tienen las representaciones relacionadas con la vocación y las cualidades morales del docente se explica por la función que se asigna al sistema educativo en el momento constitutivo del estado y la sociedad capitalista moderna.
La enseñanza, más que una profesión, es una “misión” a la que uno se entrega, lo cual supone una gratuidad proclamada que no se condice con lo que la sociedad espera de una profesión, entendida como actividad de la cual se vive, es decir, de la que se obtiene un ingreso y una serie de ventajas instrumentales.
NUEVOS TIEMPOS Y NUEVOS DOCENTES
Las nuevas generaciones estudiantiles, representan un choque con la metodología de un docente cotidiano, al estar dentro de un nuevo círculo cultural el docente tienen que adoptar habilidades de comunicación y adaptación al contexto que cada generación estudiantil trae consigo.
Las nuevas generaciones, vienen exigentes de sus derechos como estudiantes, como a expresar sus opiniones o el acceso a la información, por lo que el liderazgo institucional tiene que estar pendiente de como ejecutar adecuadamente su reglamento y hacerlo resaltar como las obligaciones que tienen como estudiantes y aplicarlo como debe de ser para el cuidado de la disciplina.
Al presentarse un docente con falta de autoridad pedagógica, puede estar sujeto a una mala acción como docente, ya que será muy difícil lograr el compromiso estudiantil y sobre todo la disciplina y el respeto como figura autoritaria legítima. El maestro hoy en día, tiene que aprender a construir su propia legitimidad ante los estudiantes, recurriendo a nuevas estrategias y/o herramientas que hagan eficaz su acción. El nuevo docente deberá ser capaz de comprender, apreciar y "hacer dialogar" las culturas incorporadas por los alumnos de las instituciones escolares.
Las políticas educativas pueden reformar la acción como docente. El nuevo docente en las organizaciones post burocráticas se encuentra situado en un contexto donde la división del trabajo pedagógico es mucho más compleja en la medida en que se incorporan nuevas figuras profesionales (orientadores, animadores culturales, productores de texto, especialistas en evaluación, expertos en tecnologías educativas, bilingüismo, multiculturalismo, etc.). Su actividad es cada día más relacional y la polivalencia, la capacidad de tomar iniciativas y asumir responsabilidades, la evaluación, el trabajo en equipo, la comunicación, la resolución de conflictos, etc. Se convierten en competencias estratégicas que definen su nuevo rol profesional. Las escuelas transforman sus sistemas organizacionales a sistemas descentralizados y autónomos, por lo que el personal y docentes se ven obligados a cumplir con sus objetivos trabajando todo el tiempo en equipo; este punto viene afectando la acción regular del docente ya que era considerado como autónomo y responsable de dirigir sus actividades en el aula y sujetarse solamente en el reglamento escolar para no caer en faltas. Pero al estar inmersos en un nuevo contexto educativo es necesario que docentes, orientadores y administrativos junten fuerzas, trabajen en equipo para controlar las situaciones y problemas que puedan presentarse en los alumnos, además de que hoy en día se trata de crear cultura de trabajo en equipo a los alumnos, para enfrentarse al mundo laboral y cultural en su sociedad. Pasar de una cultura de ejercicio individual del oficio a una cultura de profesionalismo colectivo no es un proceso fácil, pero habrá que hacer análisis de las necesidades de las instituciones, el personal, docentes y alumnos para abordar los problemas y poder desempeñar los procesos de enseñanza aprendizaje.
El docente solía ser visto como la persona que transmite la información pertinente para que los alumnos aprendan tanto que podía ser visto como alguien ajeno a los problemas en la sociedad. Poco a poco la sociedad fue moldeando la labor docente y hacerlo participe de otro tipo de formación para los alumnos.
El papel o rol que debe desempeñar hoy en día, va cambiando conforme a las necesidades socioculturales. Al analizar por medio de encuestas cuales son los fines más importantes y los menos importantes del docente se toman dos aspectos diferentes entre sí, el primero es simplemente facilitador de información con la responsabilidad de que el alumno aprenda y la otra es la de un formador de alumnos con cultura, conocimiento y capacidades.
En la actualidad se espera que un docente además de enseñar, forme a los alumnos con habilidades para la vida, para su persona y para el trabajo, tal es la responsabilidad por la que el papel del docente tiene que ser involucrado en este tipo de competencias interdisciplinarias para los alumnos.
En la actualidad y pese a las radicales transformaciones acontecidas en todos los niveles básicos de las sociedades, la lucha por la definición dominante del oficio docente todavía supone combinaciones variables, como vocación-apostolado, trabajo asalariado y profesionalidad.
Para ser buen maestro no basta el dominio de competencias científico técnicas específicas, ni un compromiso ético genérico (principio de honradez, ética profesional, etc.). Por el contrario, en la definición de la excelencia docente se hace referencia al compromiso ético moral con el otro, una cierta actitud de entrega y desinterés adquieren una importancia fundamental en el desempeño del oficio.
CONCLUSIÓN
Una estrategia integral que busque favorecer una nueva profesionalidad docente deberá contemplar intervenciones articuladas en tres dimensiones básicas: la formación, las condiciones de trabajo y de carrera y el sistema recompensas materiales y simbólicas que se ofrecen. La experiencia indica que ninguna reforma parcial, es decir, que se concentra exclusivamente en una de estas dimensiones (el salario, la formación docente o el estatuto que regula el trabajo y la carrera) podrá favorecer esa profunda "reforma intelectual y moral" que necesita la profesión docente para garantizar niveles básicos de equidad en la distribución de ese capital estratégico que es el capital cultural y social.
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